lunes, 1 de diciembre de 2008

EN SUIZA AHORA ES LEGAL PRESCRIBIR HEROINA


Los suizos decidieron este domingo en referéndum que prescribir heroína debe convertirse en una política permanente del sistema sanitario del país.
El gobierno suizo apoya la idea pero los opositores dicen que alienta la adicción a las drogas y comunica el mensaje equivocado a los jóvenes.
Durante la década de los '80 y principios de los '90, el país transalpino tenía uno de los niveles más altos de adicción a la heroína de Europa.
Ciudades como Zurich, Basel y Bern eran común ver adictos inyectándose y traficantes comerciando públicamente en parques y avenidas.
Los usuarios a menudo compartían agujas, lo que llevó a un agudo incremento en los índices de infecciones con el virus VIH y hepatitis.
La solución
Intentando reducir al menos el contagio de tales enfermedades, el departamento de Salud suizo empezó introduciendo programas de entrega de agujas nuevas, luego ofreció espacios limpios en los que los adictos podían inyectarse en un ambiente menos peligroso, supervisados por un enfermero.
Para muchos en el servicio sanitario, el siguiente paso lógico era empezar a prescribir heroína a esos adictos, muchos de los cuales ya estaban enfermos, que realmente no parecían capaces de dejar la droga.
En 1998 Suiza introdujo un programa experimental de prescripción de heroína que estaría vigente por 10 años.
Hoy en día, unos 1.300 pacientes en todo el país hacen parte del programa.
El doctor Christoph Buerki le dijo a la BBC que su clínica en Bern atiende a 210 pacientes.
"La edad promedio es 40 años ahora, y en promedio habían sido adictos durante 13 años antes de empezar el programa. Básicamente, atendemos a un grupo de personas para las cuales ninguna otra solución funcionó", explica.
Adicción crónica
Los pacientes del doctor Buerki tienen que haber pasado por tratamientos de abstinencia al menos dos veces antes de que puedan ser considerados para que les prescriban heroína.
La mayoría también ha tratado, sin éxito, de reemplazarla con metadona, una alternativa que de hecho es el tratamiento más común de mantenimiento en Suiza, con más de 16.000 pacientes.
Jan, de 33 años de edad, fue uno de los primeros pacientes en llegar en la mañana del jueves pasado. Ha sido un adicto desde que tenía 20 años de edad y por los últimos ocho ha estado en el programa de prescripción de heroína.
"Al principio no quería venir aquí", le dice a la BBC, mientras se arremanga el pantalón para que le pongan la inyección.
"Pensé que era lo más bajo del mundo pero, pues soy un adicto. Ahora tengo empleo y dos hijos, así que mi vida es bastante normal. Mis hijos saben que su padre está enfermo y que tiene que tomar medicina a diario, eso es todo".
Y el doctor Buerki comparte ese punto de vista: los adictos veteranos como Jan están realmente enfermos así que deben ser concebidos como pacientes.
"Padecen una enfermedad crónica que los puede acompañar durante el resto de sus vidas".
¿Una vida que vale la pena?
Pero los opositores a la prescripción de heroína, como Sabine Geissbuhler de la asociación Padres contra las drogas, opinan que tal actitud es precisamente la errada.
"Cuando la prescripción de heroína fue introducida, la presentaron como un 'tratamiento', pero tratamiento significa que la meta debe ser que la gente deje las drogas eventualmente -que dejen de ser adictos- y eso no está sucediendo".
"Es atroz que el estado le dé heroína a los adictos. Es un veneno. Uno no le da veneno a la gente para que se mejore", sentencia.
"Sería más atroz si simplemente los dejáramos morir", rebate Maria Chiara Saraceni, una experta en política de drogas del departamento federal de Salud suizo.
"Es responsabilidad del gobierno ayudar a todo el mundo, no juzgarlos. Si eso es lo que necesitan para vivir una vida más estable, y dejar la calle, entonces esto es lo que debemos ofrecer".
Pero eso no convence a Geissbuhler.
"Eso no es vida -insiste-. Yo tengo cuatro hijos y nunca, nunca los pondría en el programa de prescripción de heroína. ¿Qué clase de libertad es esa? Prefiero que se mueran".
¿Como cualquiera?
No obstante, decidir si es una vida que vale la pena vivir es algo profundamente personal y sujetivo.
Jan, quién va de la clínica al trabajo cotidianamente, luego regresa en la tarde para aplicarse una segunda inyección antes de recoger a su hijo del jardín de infantes, considera que su vida es normal y hasta satisfactoria.
"Soy como cualquiera", señala. "Me levanto por la mañana, voy al trabajo, trabajo responsablemente, y voy a casa a estar con mi familia en la noche. Y en el fin de semana soy el padre que mis hijos quieren que sea".
Sólo que probablemente Jan seguirá siendo un adicto a la heroína durante el resto de su vida.
Beneficio inesperado
Muy pocos pacientes en el programa hasta ahora han logrado abandonar la droga para siempre y en ese sentido, la prescripción de heroína no se ajusta a la principal meta de Suiza respecto al uso de estupefacientes, que es la abstinencia.
Doctores como Christoph Buerki aceptan que sus pacientes estarán con ellos durante muchos años más. Sin embargo, el resalta otra secuela del tratamientos, una inesperada.
"La heroína estaba muy de moda en los '80 y principios de los '90 -explica-. Pero ahora quienes la usan son vistos como uno perdedores, yonquis".
"Mire este lugar -agrega, mostrando su pequeña y vieja clínica y los pacientes, la mayoría ya maduros-. Nadie piensa que es bueno. No es chévere ni guay venir a una clínica como la nuestra a que te den heroína dos veces al día".
"Cuando institucionalizamos la heroína en Suiza, le cambiamos la imagen y se volvió una enfermedad horrible y pienso que en parte es por ello que el índice de adictos sigue cayendo. Muy pocos jóvenes meten heroína hoy en día", le dice a la BBC.
Y ese es un argumento que quizás convenció a varios suizos.
Mantener a cientos de personas con heroína durante su vejez y hasta que se mueran puede ser una idea escandalosa, pero los suizos lo aceptaron, quizás apostándole a que eso implique que sus calles estarán libres de esos adictos y que a los jóvenes no les parecerá que consumir la droga sea glamoroso, sino un hábito triste y banal de los viejos.
FUENTE: http://news.bbc.co.uk/

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