Si a los que se oponen a los transgénicos les falta artillería en su batalla para lograr su prohibición, aquí tienen un misil de largo alcance: un grupo de científicos chinos han introducido genes humanos en un grupo de 300 vacas lecheras con objeto de que den leche con características “humanas”, esto es con un alto contenido en nutrientes para ayudar al crecimiento de los bebés y reducir el riesgo de infecciones.
Los científicos creen que la leche de las vacas transgénicas puede ser una alternativa a la leche materna, pues ofrece todos los aportes nutritivos para reforzar el sistema inmune del bebé. Además, puede ser la solución que busca la heladería londinense The Icecreamer para volver a comercializar su helado de leche materna.
Los investigadores de la Universidad Agrícola de China buscan el respaldo de una empresa mayor de transgénicos para poder la leche pueda estar en el plazo de diez años en las baldas de los supermercados.
En una entrevista con el periódico inglés Telegraph, la cabeza visible de los Laboratorios State Key en la citada universidad, el profesor Ning Li, afirma que la leche de vaca transgénica sabe igual que la leche normal (no especifica si la de vaca o la de mujer) y que tardarán no menos de tres años en comercializar las investigaciones y al menos diez para que “la leche casi humana esté en la taza de los consumidores”. Las vacas genéticamente modificadas también son indistinguibles de las vacas corrientes.
Los experimentos para cruzar genes humanos y vacunos hubieran sido imposibles en Europa pero la legislación china en este terreno es mucho más laxa. Los investigadores usaron tecnología de clonación para introducir genes humanos en el ADN de vacas lecheras antes de que los embriones modificados genéticamente fueran implantados en las vacas.
En concreto, la proteína introducida en las vacas es la lisozima, una enzima presente en la leche humana, en las lágrimas y en la saliva que actúa como barrera a las infecciones. La lisozima actúa como antimicrobiótico natural para proteger a los niños durante sus primeros días de vida. Las vacas transgénicas chinas también son capaces de producir lactoferrina y alfa-lactalbumina, ambas de origen humano.
Aunque los científicos claman por la inocuidad de la leche segregada por las vacas transgénicas lo cierto es que de los 42 terneros transgénicos nacidos durante el experimento, 26 de ellos murieron durante los diez primeros días de vida. Los grupos que se oponen a la proliferación de los transgénicos han puesto el grito en el cielo al conocer los experimentos con vacas genéticamente modificadas.
Posibilidades de comercialización: Altas, teniendo en cuenta la prevista escasez futura de las calorías y nutrientes para una población en declinante aunque constante crecimiento.
FUENTE: http://blogs.lainformacion.com/
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